Para Ellie Ross, solo existían dos cosas en la vida: el baloncesto y el éxito.
Si algo tenía claro era que, durante el verano, iba a formar parte del equipo de baloncesto de
su ciudad. Tener que ir en contra de las normas y ser la primera chica del equipo no la
detendría.
Y es que hacerle el contrario a los demás no se le daba nada mal.
De hecho, estaba
acostumbrada a llevar el control en las discusiones y, sobre todo, a tener siempre la razón.
Por eso, que el maldito Víctor se empeñara en quitársela no le gustaba mucho.
¿En serio tenía que aguantar estar en el mismo equipo que él?
Dicen que del amor al odio hay solo un paso, pero nadie habla de que del odio al amor hay un
camino lleno de baches y pelotazos en la cabeza.
La suerte está echada. Que gane el más testarudo