“Si la Iglesia continúa haciendo lo que ahora hace, y continúa siendo lo que ahora es, no tiene ningún futuro. Sus bellas iglesias y sus hermosas catedrales se convertirán en monumentos sepulcrales, en las tumbas de Dios.”
–P. Robert Adolfs, O.S.A. The Grave of God, 1967
Tras el colapso del socialismo real en el Este de Europa, se pensó que el fin de las ideologías daría paso a un vacío intelectual que solo serían capaces de llenar los grandes credos. Fue tan solo un espejismo. No serían las religiones organizadas las que vendrían en reemplazo de las ideas seculares sobre política, economía o sociedad y menos aún la Iglesia católica. En el curso de los años que siguieron a la caída del muro de Berlín, esta milenaria institución religiosa se vería implicada en escándalos de todo tipo provocados tanto por el alto como por el bajo clero: negocios financieros ilícitos, vínculos con el crimen organizado, homosexualidad de los pastores, abusos sexuales de niños, niñas, monjas. Escándalos que a su vez contarían, si no con el beneplácito, sí con el encubrimiento, el perdón o el disimulo por parte de las jerarquías eclesiásticas. Pero sería la corrupción doctrinaria la que, a raíz del Concilio Vaticano II, daría paso al actual deterioro de la Iglesia de Roma y que este libro disecciona sin contemplaciones. Publicado por primera vez en 2002, El gato en la sacristía continúa siendo hoy una lectura obligada para entender cómo se engendró la traición del Alto Clero a los fieles y el declive moral del credo más populoso de la tierra.